jueves, 26 de mayo de 2011

Tradiciones y costumbres, página 32


Según relata una persona del pueblo, cuando era mocico se fue a confesar y el cura le preguntó que cuántas veces. Él, de primeras, entendió que le preguntaba que cuantas veces  se había hecho tocamientos solitarios y no sabía que responderle. El cura le animó diciéndole que si dos o tres, a lo que respondió avergonzado que posiblemente. El cura no satisfecho le gritó que habían sido más, muchas más veces, las que había ido a su huerta a robarle las manzanas. ¡Vaya patinazo que se dio el pobre muchacho!
En una de las cabalgatas de reyes, D. José Luis sufrió un percance. Montaba una yegua oscura de poca alzada y lo hacía con destreza. A mitad del recorrido quiso darle agua en el bebedero, y cuando estaba tan tranquila bebiendo, lanzaron un cohete justo al lado de ella. La detonación la asustó, se encabritó el animal, empezó a saltar y el Sr. Cura se elevó por los aires y  terminó por los suelos. Cuando aterrizó, maltrecho y dolorido, lo primero que hizo fue preguntar por su cadena y medalla de la Virgen, que se le habían desprendido en el vuelo; no le preocupaba, para nada, los rasponazos que se había hecho.
Parece ser que el ganado caballar se asustaba de las sotanas, ya que también en otra ocasión de las cabalgatas de los reyes, en el pueblo de Echávarri, un caballo le dio semejante coz que le rompió la pierna.
Pero todo esto no sirvió para desanimarlo, al contrario, todos los años se preocupaba de organizar y participar en el evento. ¡Santo cura!


José A. Martinez, cuando era monaguillo y ayudaba a D. José Luis Pascual en la ceremonia de la Santa Misa, aprovechando  un descuido del Sr. Cura, le puso dentro  del incensario un”sputnik” (aquel artefacto que se hacía con cerillas envueltas las cabezas en papel de plata). Pegó tal explosión que el carbón salió de estampida y se dispersó por todo el altar. En otra ocasión a la “empalmatoria” (palmatoria: Soporte en forma de platillo con un asa y donde se coloca una vela), le puso una “pedorreta” (así se llamaban unos pistones que imitaban los sonidos sucesivos de los pedos) y armó un gran escándalo. Como es lógico de imaginar, recibió del Sr. Párroco lo que por sus acciones se merecía.
Siguiendo con los monaguillos, al mismo José A. y a su amigo Goyo, les pilló el cura que se habían bebido el vino de celebrar y fumado un par de cigarros dentro de la sacristía.  Para castigarlos, los dejó encerrados en la misma sacristía con un cuarterón de tabaco (determinada cantidad de tabaco en picadura que venía empaquetado. Se le dice también a la cuarta parte de la libra) y un librillo de papel de fumar. Más tarde, les dijo, me daré una vuelta, si el cuarterón está completamente fumado os dejaré marchar y en caso contrario aquí vais a estar hasta que lo terminéis. El sacerdote volvió al cabo de algunas horas y comprobó que el cuarterón no estaba vacío del todo, pero casi y les dejó marchar. ¿Qué habían hecho estos pícaros monaguillos?...


... Y otras


Bajaban de fiestas de Galdeano, Carlitos y Cirilo, y dieron fuego a los matorrales de Gustina y luego, ellos mismos, sonaron las campanas de la iglesia con el toque de fuego y se quedaron tan tranquilos.


Los chicos, estando en la escuela, y cuando salieron al recreo, por una apuesta, se pusieron a mear en fila en la pared del frontón. El reto era ver quién de ellos meaba más alto a partir de la chapa del frontis. Ganó por mucha diferencia José Luis “El Cucharillas” que alcanzó casi los tres metros, según las mediciones realizadas al efecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario